martes, 18 de agosto de 2009

CONFESIÓN

CONFESIÓN


La lluvia cae
mojando estas simples palabras
ablandando este duro corazón.
La brisa entra por mi ventana
helando mis pies, trayendo escenas
guardadas en el olvido.
Tan lejos…tan frío destino.
¿Recuerdas?

Otra vez hablando en silencio
intentando decirte algo,
mis tímidas palabras escapan
solo para ahogarse en ese ruido,
ese eterno caos diurno.
¿las escuchas?

Pero el murmullo de las gotas
una y otra vez me provoca,
a serenar mi mente,
para poder ver…

que esperando, nada llegará
que callándome, los gritos del corazón
se hacen incontenibles
hasta que estallan,
consumiéndome, iluminándome,
derribando las oscuras dudas.

El pasado llorando me mira
pues lo abandoné a su suerte
y un inquietante futuro me espera
en cada paso.

Entonces miro, entonces veo…
Entonces corro a buscar la suerte,
…o la desgracia;
y allí está el valor, en buscar.
¿Me acompañas?


©Enrique Corchero 15/04/06

YO TE


YO TE

Te huelo, Te pruebo, Te saboreo.
Te toco, me mojas, Te miro.

Te beso, Te muerdo, Te respiro
Te desvisto, Te pego, Te gusta.

Te mido, Te peso, Te comparo
Te pienso, Te apruebo, Te deseo.

Te escucho, Te entiendo, Te hablo
Te susurro, Te grito, Te asusto.

Te divierto, Te paseo, Te entristezco
Te compro, Te regalo, Te seduzco.

Te propongo, Te excito, Te convenzo
Te recuesto, Te callo, Te penetro.

Te sonrío, Te muevo, Te canso
Te consiento, Te presto, Te impaciento.

Te beso, Te aprieto, Te pellizco
Te domina, Te encanta…y me gusta.


©Enrique Corchero 08/05/08

¿¿Y yo??

¿¿ Y yo??
Los veo andar, inquietos
Ajenos, extraños, distantes
Dispares, fugaces, rapaces

Ella llora, él mira
Aquel come, él corre
Se gritan, se escupen, se chocan

El pide, ellos dan, Regalan caridad
Me miran, no ven
Esconden sus rostros, en mentiras
en falsas sonrisas, odiosas, nerviosas.
Se mienten a si mismos
y no muestran mas
Que su triste y ciega soledad

Te miro, te veo, tus ojos, profundos
Le hablan a los míos, húmedos, suaves y dulces
Me hablas, no corres, me miras, no escapas
Me buscas, estoy esperando, ¿esperando que?

Y los veo, me ven, escribiendo… ¿qué?
Trabajan, conversan…¿de qué?
Se peinan, se pintan
Y corren,¡ no dejan de correr!…¿Por qué?
¿No entiendo? ¿qué?
¿Qué debo ver en sus ojos callados?
Ojos que no hablan, solo ven, duermen.
¿Amor? ¿Deseos? ¡Obsesión!

¡¡¡Y caminan, siempre caminan!!!
Tienen frío y calor ¿Dónde?...¿en el corazón?
Roban, mienten, matan
pegan, gritan, atan
Se venden, se compran…
¿Y yo? ¿Qué?

©Enrique Corchero 16/06/06

domingo, 9 de agosto de 2009

NO SE ME IMPORTA UN PITO


No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida.

Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme! Ésta fue -y no otra- la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa. ¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? ¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo y sus miradas de pronóstico reservado?

¡María Luisa era una verdadera pluma! Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres... ¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. ”¡María Luisa! ¡María Luisa!”... y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte. Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo. ¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera..., aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas! ¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes... la de pasarse las noches de un solo vuelo! Después de conocer una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? ¿Verdad que no hay diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?


Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando.


Oliverio Girondo