jueves, 29 de abril de 2010

El Tren

Ella nunca se había subido a un tren. Ni siquiera se lo había planteado. Simplemente los trenes no entraban en su repertorio de vehiculos.

Él le contó de lo pintoresco y bonito que tiene el viaje en tren, de ese ruido y movimiento adormecedor que tanto le gustaba. Y también le contó de lo largo que puede llegar a hacerse el viaje, y dependiendo del humor, puede ser incómodo.

Pero en fin, era algo que ella no conocía y estaba ahí, tan cerca y accesible de usar, que después de un tiempo, él la invitó a viajar juntos a una pequeña ciudad. En tren, claro!.

Hay! que contentos estaban ambos cuando subieron, para ella era una aventura, de esas que ella hacía siendo niña y después contaba orgullosa a sus padres. Él estaba feliz de poder mostrarle esa parte del Mundo. Se conformaba con poco.

Y así paso el tiempo y otros viajes, pero ella le fue perdiendo el gusto a lo pintoresco y bonito que tiene el viaje en tren, ese ruido y movimiento adormecedor que tanto le gustaba. Y no viajó mas con él, salvo alguna que otra vez en colectivo, quizá lo largo que puede llegar a hacerse el viaje en tren y lo incómodo pesó mas que la aventura.

O quizas el destino conocido ya no representaba una aventura. Por supuesto. Acostumbrada a descubrir nuevas Américas cada semana.


Lo último que él recuerda es cuando ella decidió tomar un tren y hacer un larguísimo viaje para descubrir otra América. Sola.
Claro! Ese destino desconocido representaba una aventura.

El se quedó mirando cómo el tren la llevaba hacia su nueva y lejana América. Al parecer, ella nunca lo vió.

Y así paso el tiempo y otros viajes, y él le fue perdiendo el gusto a lo bonito y pintoresco que tiene viajar en tren, ese ruido y movimiento adormecedor que tanto le gustaba.




(C) Enrique Corchero. 29-04-2010