domingo, 26 de julio de 2009

Escribe, el día se presta.

Nada es de un día para el otro. Son procesos, a veces largos y no concientes.
Pero de un día para el otro me encuentro desarmando un proyecto, de esos en los que se ponen la vida, y de un día para otro, el llanto deja de ser un fuerte descongestivo y mucolítico para pasar a ser una actividad diaria.
Pero este llanto adquiere otro carácter, y advertimos que cada lágrima caída es una pena que se aleja, y ese dolor casi onírico que sentimos se traduce como liberación. A un precio excesivo, pero liberación.
Sigo desarmando el proyecto, el eje de mi vida y me pregunto por qué mi vida se guió así, tal vez fue un error. Comprendo ahora la frase amiga de que este error es la única oportunidad de comenzar nuevamente de manera mas inteligente, y nadie mas que yo está para cuidarme.

Las cajas se llenan de recuerdos y costumbres, la luz y el sonido conocido se fueron. ¡Qué oscuro y silencioso es este fragmento de mi mundo ahora! Se extraña el ruido y el sexo conocido.
Las teorías caen, las promesas eternas nunca existieron, una casa se desarma con diez cajas de cartón, y la tinta en mi mano es mi voz.

Algunas costumbres quedan, ya no uso azúcar pues me convencieron que no es necesaria, tengo mascotas porque me demostraron que son seres extraordinarios, cambié comidas rápidas por libros, entendí que el perfume de mi piel es infinitamente mas exquisito que los aromas en venta y que mi piel es el acceso a mi alma.

Algunos vicios persisten. Ahora bebo vinos caros, fumo tabacos selectos en ocho pipas y tengo unos 200 libros frente a mi.

La barba crece y el pelo se cae. La voz madura, y mi corazón me explica que no lo debo regalar.
Nuevas personas aparecen y antiguas relaciones se afianzan. Naturalmente los sentimientos se confunden y este corazón levemente experimentado busca desesperadamente un nuevo abrigo. La escarcha se acerca.

Y escribo, el día se presta. Cada palabra fluye ávidamente de mi corazón hacia mi puño izquierdo, compartiéndole al papel una historia fuerte y Audaz. Historia de vidas emocionantes, de amores que comenzaban a doler, de escenas de felicidad e intentos de Bienestar. Historia de aprendizajes.

El reloj y los parpados me llaman a dormir. Luego seguiré escribiendo, el día siempre se presta…

©Enrique Corchero 26/07/09

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